Hablemos de calidad educativa. Hablemos del Sistema Público Educativo. Decidí ser maestra y por eso me matriculé en Magisterio. Trabajé de maestra y otras cosas y después decidí que quería ser maestra en la escuela pública. Si dejé la privada fue porque no me gustaron muchas cosas que viví allí. Pondré sólo un ejemplo: un colegio privado que es capaz de sacrificar la educación de un niño, ya que necesita unos apoyos que el centro no puede o no está dispuesto a ofrecer, sólo por mantener su matrícula. Al parecer le daba mucho "prestigio" al colegio que ese niño que era hijo de alguien importante asistiera al mismo. Perjudicaron al niño y manipularon a los padres.
Esperaba encontrar la calidad educativa en la escuela pública. Debo decir que mi año de experiencia en la misma no me hace arrepentirme de mi decisión. Realmente, en general, creo que la escuela pública es mejor que la privada, para un trabajador de la enseñanza y para un alumno. Comparto y defiendo las bases en las que se fundamenta aunque por supuesto siempre haya cosas que mejorar. Sin embargo, este inicio de curso me he encontrado con algunos hechos que me temo responden a un objetivo que poco tiene que ver con lo educativo.
Se ha reducido personal en los centros. Hay menos profesores para más niños. Sobre todo hay menos maestros cuyas especialidades van dirigidas fundamentalmente a la "atención a la diversidad". Y también se han reducido las aulas. Es decir, hay más niños en menos clases. Esto es incompatible con el principio de inclusión que se supone que vertebra el Sistema Educativo. Esto es incompatible con una enseñanza de calidad. Cuanto menos esfuerzo podamos dedicar a las necesidades individuales de nuestro alumnado menos calidad ofreceremos. Por ese camino no se mantienen ni refuerzan los pilares del sistema público.
A no ser que lo que queramos sea destruir dichos pilares. A no ser que lo que realmente estemos buscando sea desprestigiar la escuela pública, asfixiarla. A no ser que los intereses educativos y los intereses políticos de quienes manejan la escuela pública en Canarias sean contrapuestos. No me gusta ser mal pensada, de hecho no lo soy, pero tampoco voy a pecar de ingenua.
El curso pasado cambió la normativa referente al sistema de organización e intervención de Educación Especial. Ya entonces algunas voces alertaron de cuál sería el verdadero resultado de la aplicación de esa normativa: restringiría el acceso de los niños a las aulas de Educación Especial. Y esto en sí mismo no es malo si al mismo tiempo se aumenta la atención en las clases ordinarias, si se baja la ratio para que los tutores puedan dedicarse mejor a la heterogeneidad de alumnos que atienden. Pero esto no ha ocurrido, al revés. Los tutores tienen más alumnos y los alumnos tienen menos profesionales para ser atendidos.
Ahhhh... pero atención: esta Consejería, comprometida ella con la calidad educativa (modo ironía), va a extender el servicio de acogida temprana y las clases de apoyo por las tardes en el centro.
En cuanto a lo primero, como servicio en sí me parece estupendo. Sólo un detalle, como padre no me gustaría en ningún caso que se hiciera a costa de empeorar la atención educativa que luego recibiera mi hijo durante la jornada escolar. Si el dinero no diera para las dos cosas yo tengo claro cuál sería la prioridad. Y de hecho me ofendería que esta Consejería presuponiera que antepongo mi comodidad a la educación de mi hijo.
Y en relación a lo segundo... Bueno, también está muy bien. Aunque resultaría cuanto menos paradójico que hubiera que prestar una atención educativa extra a los niños por la tarde porque por la mañana no hemos sido capaces de cubrir sus necesidades al no contar con los recursos necesarios... Sobrecargar inútilmente a un niño de esa manera sólo para aparentar que realmente estamos preocupados por su educación no me parece una actitud muy ética. Claro, que es una opinión personal.
Que cada uno saque sus propias conclusiones. Sé que hay muchas más cosas de las que hablar. Ya lo haré. Esto al final me ha quedado muy largo, pero cuando veo amenazados el sistema público educativo o sanitario no puedo evitar que me hierva la sangre. Espero que la comunidad educativa sepa responder. Espero que esto no siga avanzando.
Esperaba encontrar la calidad educativa en la escuela pública. Debo decir que mi año de experiencia en la misma no me hace arrepentirme de mi decisión. Realmente, en general, creo que la escuela pública es mejor que la privada, para un trabajador de la enseñanza y para un alumno. Comparto y defiendo las bases en las que se fundamenta aunque por supuesto siempre haya cosas que mejorar. Sin embargo, este inicio de curso me he encontrado con algunos hechos que me temo responden a un objetivo que poco tiene que ver con lo educativo.
Se ha reducido personal en los centros. Hay menos profesores para más niños. Sobre todo hay menos maestros cuyas especialidades van dirigidas fundamentalmente a la "atención a la diversidad". Y también se han reducido las aulas. Es decir, hay más niños en menos clases. Esto es incompatible con el principio de inclusión que se supone que vertebra el Sistema Educativo. Esto es incompatible con una enseñanza de calidad. Cuanto menos esfuerzo podamos dedicar a las necesidades individuales de nuestro alumnado menos calidad ofreceremos. Por ese camino no se mantienen ni refuerzan los pilares del sistema público.
A no ser que lo que queramos sea destruir dichos pilares. A no ser que lo que realmente estemos buscando sea desprestigiar la escuela pública, asfixiarla. A no ser que los intereses educativos y los intereses políticos de quienes manejan la escuela pública en Canarias sean contrapuestos. No me gusta ser mal pensada, de hecho no lo soy, pero tampoco voy a pecar de ingenua.
El curso pasado cambió la normativa referente al sistema de organización e intervención de Educación Especial. Ya entonces algunas voces alertaron de cuál sería el verdadero resultado de la aplicación de esa normativa: restringiría el acceso de los niños a las aulas de Educación Especial. Y esto en sí mismo no es malo si al mismo tiempo se aumenta la atención en las clases ordinarias, si se baja la ratio para que los tutores puedan dedicarse mejor a la heterogeneidad de alumnos que atienden. Pero esto no ha ocurrido, al revés. Los tutores tienen más alumnos y los alumnos tienen menos profesionales para ser atendidos.
Ahhhh... pero atención: esta Consejería, comprometida ella con la calidad educativa (modo ironía), va a extender el servicio de acogida temprana y las clases de apoyo por las tardes en el centro.
En cuanto a lo primero, como servicio en sí me parece estupendo. Sólo un detalle, como padre no me gustaría en ningún caso que se hiciera a costa de empeorar la atención educativa que luego recibiera mi hijo durante la jornada escolar. Si el dinero no diera para las dos cosas yo tengo claro cuál sería la prioridad. Y de hecho me ofendería que esta Consejería presuponiera que antepongo mi comodidad a la educación de mi hijo.
Y en relación a lo segundo... Bueno, también está muy bien. Aunque resultaría cuanto menos paradójico que hubiera que prestar una atención educativa extra a los niños por la tarde porque por la mañana no hemos sido capaces de cubrir sus necesidades al no contar con los recursos necesarios... Sobrecargar inútilmente a un niño de esa manera sólo para aparentar que realmente estamos preocupados por su educación no me parece una actitud muy ética. Claro, que es una opinión personal.
Que cada uno saque sus propias conclusiones. Sé que hay muchas más cosas de las que hablar. Ya lo haré. Esto al final me ha quedado muy largo, pero cuando veo amenazados el sistema público educativo o sanitario no puedo evitar que me hierva la sangre. Espero que la comunidad educativa sepa responder. Espero que esto no siga avanzando.
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