13 de junio de 2009

Hysteria

Si Freud me conociera en estos momentos, no tendría más remedio que redefinir la "hysteria". Pero no le culpo, la verdad es que no tuvo oportunidad de conocer un auténtico caso. Todas esas pánfilas con las que él y su compañero Charcot se toparon eran unas pobres incautas aficionadas, unas principiantes poco talentosas.

Puede que el contexto tampoco ayudara. ¿Época Victoriana? Bah... me río yo de sus contrariedades. Oposiciones en la Consejería de Educación de Canarias, eso sí que produce histeria.

La Mantis está cada vez más cerca, a menos de una semana. Ya noto su mirada clavada en mi cogote. Y no me gusta nada. Es hora de alborotarse el pelo, abrir mucho los ojos y no volver a pestañear, enseñar los dientes y mascullar terroríficas profecías con voz espeluznantemente delirante.

Y después, en silencio, rogar que sea ella la que más se asuste.

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