Si hay algo que odio de la Mantis Religiosa, es que todo lo devora. Se come mi precioso tiempo, los ratos que le podría dedicar a cosas bonitas. Llevo un par de días trabajando en el Plan Lector y el fomento de la lectura... y me encanta, me pasaría horas y horas leyendo sobre el tema. Pero no puedo. Qué rabia me da.
Estaba, en fin, contemplando la realidad cotidiana con la extrañeza de lo nuevo, como cuando entras en una casa desconocida en la que cada habitación constituye un sobresalto, cuando sucedió algo sorprendente: el libro del profesor, que permanecía abierto sobre su mesa mientras él hablaba, se agitó brevemente y luego se elevó en el aire, como un pájaro, utilizando sus hojas a modo de alas. Tras un par de vueltas de reconocimiento alrededor de la clase, se dirigió a una ventana abierta y salió.
Juan José Millás (El orden alfabético).
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